Invertir en campañas de prevención del VIH-Sida, garantizar el tratamiento a quienes lo padecen, abrir más centros de atención especializada, dar atención multidisciplinaria donde los profesionales de la salud exalten su lado humano y eviten estigmas, así como empoderar con información a quienes tienen dicha enfermedad para que ejerzan sus derechos humanos como cualquier persona, fueron algunas conclusiones del Conversatorio ¿Cómo se vive con VIH/Sida en el Estado de México?, efectuado en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (Codhem).
Los activistas Héctor Fernando Pino y José Ramón Aguilar Martínez, así como los integrantes del Consejo Ciudadano para la Prevención y Eliminación de la Discriminación, de la Codhem, Leonardo Espinoza López y Patricia Mireles Sosa, recalcaron que es más barato consolidar una cultura de prevención, ya que datos del Instituto de Salud del Estado de México indican que un tratamiento anual de una persona cuesta 34 mil 616 pesos.
Coincidieron en la falta de sensibilización del personal de salud, pues a pesar de las recomendaciones por parte de comisiones estatales y nacional de derechos humanos, las autoridades hospitalarias muchas veces no las acatan con la oportunidad que se requiere, y tampoco existe un protocolo para informar a los seropositivos de su situación, pues en ocasiones lo hacen en pasillos o espacios sin la privacidad que requieren.
Demandaron difundir la ubicación de los Centros Ambulatorios para la Prevención y Atención del VIH-Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (Capasits) y abrir más en el sur de la entidad; eliminar la burocracia para atenderlos; capacitar al personal médico y de instancias defensoras de derechos humanos para que brinden la información correcta y la canalización adecuada ante las instancias que los deben atender.
Señalaron la necesidad de una política transversal con la que en realidad se hagan campañas de orientación, sensibilización y se otorgue a las autoridades y personal que los atiende, información verídica ante el desconocimiento y desinformación de la diferencia entre VIH y sida; además de precisar que el servicio integral incluye no sólo la dotación de retrovirales, sino dar acompañamiento con el apoyo de un psicólogo, nutriólogo, y otros especialistas para mantener su calidad de vida.
Asimismo, reconocieron que enfrentan estigmas en su propia familia y aún más en los centros laborales, donde no se puede obligar a los empleados a someterse a las pruebas de detección y tampoco calificar su desempeño por padecerla; de ahí la importancia de empoderar a los usuarios con información que les ayude a exigir y ejercer sus derechos.