Comer es un ejercicio de perversión que vuelca y transgrede

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Comer es un acto orgánico y de supervivencia, así como un ejercicio de perversión que vuelca y transgrede, manifestó la académica de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México, Marcela Cadena Sandoval.

Al dictar la conferencia “Comer como acto de lujuria”, en el marco del Tercer Foro Internacional de Estudios Visuales, refirió que, dado que comer produce placer, no es posible distinguir hasta dónde llega la necesidad alimentaria y comienza el placer culinario.

En la Facultad de Ciencias Política y Sociales, la universitaria expresó que la especie humana tiene la necesidad de comer para subsistir y, no obstante, la satisfacción de esta necesidad no le basta, por lo que requiere hacer relucir su deseo por este acto.

“Al comer el aparato nutritivo se conmueve, el estómago se impresiona, se exaltan los jugos gástricos y la boca se humedece; además, el cerebro se refresca con la comida, los ojos brillan y el cuerpo se encuentra en un estado pleno”.

La especialista apuntó que el deseo por la comida es inherente a las personas y a través de ella la población celebra su poder y libertad. “Las personas, después de haber experimentado en abundancia el placer de comer, que más allá de un goce que se percibe en la lengua, se encuentra en todo el cuerpo, se acercan a un nutriólogo para intentar contrarrestar este placer”.

Por otro lado, señaló que la experiencia social de comer se ha materializado en revistas gourmet, documentales de chefs, shows y publicaciones de platillos en redes sociales.

Marcela Cadena Sandoval indicó que en la religión católica el pecado de la gula se les da a las personas que son glotonas, aquellas que comen en exceso; sin embargo, sostuvo que la gula y la lujuria tienen como origen el instinto de supervivencia. “De ahí que se vea el acto de comer como lujurioso”.