La pobreza en México tiene rostro de mujer y se exacerba cuando son adultas mayores, indígenas, analfabetas, no tienen acceso a servicios de salud o pensión, sostuvo la investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, Elizabeth Briceño Guel.
La jefa del Departamento de Prevención de la Violencia de Género de la Coordinación Institucional de Equidad de Género (CIEG) de la UAEM refirió que las políticas públicas gubernamentales deben ser orientadas a apoyar a grupos vulnerables como los adultos mayores, principalmente a las mujeres, las más vulnerables a la desigualdad, discriminación y pobreza.
Afirmó que la pobreza y pobreza extrema que padecen las mujeres adultas mayores se deriva de los contextos en los que se desarrollaron durante su infancia, juventud y vida productiva, como un acceso desigual a la educación o trabajos formales que generan algún tipo de seguridad social.
En ese contexto, indicó que hay una construcción de género en la que las mujeres desarrollan actividades como cuidadoras de otras personas sin tener una remuneración a cambio, lo que fortalece un ciclo de desigualdad, es decir, se les exige que estén desempeñando estos roles, lo que les impide desarrollarse en otros que les provean de lo necesario para su protección durante la vejez.
Elizabeth Briceño Guel consideró fundamental, desde la academia y las políticas gubernamentales, tener una visión a largo plazo de las desigualdades que sufren las mujeres para mejorar sus condiciones e inhibir que el ciclo de pobreza continúe.