Reactor anaerobio para tratar aguas residuales

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Las aguas residuales son la principal fuente de contaminación de ríos, canales y lagos, así como de la reducción del agua potable, por ello, la investigadora del Instituto Interamericano de Tecnología y Ciencias del Agua (IITCA) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Mercedes Lucero Chávez, se propone considerar como alternativa el desarrollo de un reactor anaerobio de flujo ascendente para el tratamiento de aguas residuales en el sector industrial alimentario de la ciudad de Toluca.

La cantidad de agua que se extrae, en comparación con la cantidad disponible, dista cada vez más de ser equivalente en distintas regiones del país, de acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés). Este fenómeno, mejor conocido como estrés hídrico, es provocado principalmente por el crecimiento poblacional, el cambio climático, así como las actividades del sector industrial y agrario que contaminan los cuerpos de agua dulce.

En este sentido, el tratamiento de aguas residuales surge como una solución para la eliminación de contaminantes por medio de procesos físicos, químicos y biológicos que permiten la reutilización del agua y su devolución al medio ambiente, por lo que los Reactores Anaerobios en Flujo Ascendente (RAFA) se presentan como uno de las múltiples alternativas para llevar a cabo una limpieza apropiada.

Este tipo de biorreactores usan microorganismos con la capacidad de degradar una mayor carga orgánica de aguas residuales. A diferencia de otros tratamientos, como los lodos residuales o las lagunas facultativas, los reactores anaerobios no requieren de oxígeno, por lo que reducen costos adicionales; además, se obtiene como producto final biogás, el cual puede aprovecharse para ser reutilizado en energía eléctrica o para el calentamiento del biorreactor.

De esta manera, Mercedes Lucero, en su proyecto de investigación “Obtención de las constantes cinéticas en un reactor anaerobio de flujo ascendente a baja temperatura”, busca analizar la eficiencia en los microorganismos de un RAFA, ante las bajas temperaturas que presenta la ciudad de Toluca, y evaluar la viabilidad de su instauración en una industria alimentaria por medio de cálculos matemáticos, es decir, las constantes cinéticas.

Los parámetros utilizados son el porcentaje y la calidad del metano derivado del biogás, los procesos de degradación en la demanda química de oxígeno (DQO), la temperatura, los niveles de pH y la cantidad de partículas sólidas suspendidas en el agua, entre otros.

Los resultados hasta el momento de dos cargas orgánicas han mostrado una eficiencia del RAFA mayor a 80 por ciento en cuanto a la depuración de las aguas residuales, mientras que la calidad del metano para la producción de biogás ha demostrado ser cercana al 90 por ciento.

La también miembro del cuerpo académico del Laboratorio de Calidad del Agua enfatizó que la implementación de los RAFAs depende del tipo de sustancias generadas en cada industria, que pueden ser dañinas para los sistemas biológicos.

De esta manera, para evitar un mayor impacto ambiental de las aguas residuales es necesario reducir la cantidad de materia orgánica desde antes de su tratamiento, por lo que es importante que la ciudadanía tome conciencia del cuidado del agua para generaciones futuras.

“El agua, como sabemos, es un recurso que nosotros consideramos inagotable y no hacemos conciencia de que se debe generar poca agua residual, precisamente para no tener que tratar tantas cantidades de agua”, añadió la investigadora.

La lectura como puerta hacia la vocación científica

Finalmente, el mensaje que a Lucero Chávez le gustaría enviar a futuras generaciones interesadas en la disciplina de Química Farmacobiologa -donde se realizan actividades tales como análisis clínicos o control de calidad dentro de la industria- sería no solamente enfocarse en aprender dentro del salón de clases sino también ser autodidactas y constantemente adquirir nuevos conocimientos.

Además, la investigadora destacó la importancia de adquirir el gusto por la lectura en las infancias para despertar su curiosidad y fomentar su creatividad, lo que podría posteriormente, dar paso a definir su profesión científica.

“De estas lecturas que ellas hagan van a ver lo que les gusta y hacia dónde quieren dirigirse”, compartió.