Alfredo Barrera Baca, rector de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) pidió respeto para ejercer libremente su autonomía, lo que conlleva a continuar decidiendo sobre sus finanzas y la manera en que eligen a sus autoridades, manteniendo un espíritu modernizador de sus funciones sustantivas y adjetivas.
En el marco de la celebración de 75 años de autonomía en la UAEM el rector señaló que esta condición es en todo indispensable para ser críticos y exponer lo que es necesario para para que fructifique el conocimiento, es la facultad que nos convierte en la entidad pensante de la sociedad y sus instituciones.
Nuestra autonomía se ha sustentado en el reconocimiento constitucional que hasta ahora ha sido determinante para que el conocimiento científico sea congruente con la educación laica y libre de prejuicios, que instruye el artículo tercero constitucional, expresó.
Reconoció que las circunstancias políticas y sociales que atraviesa el país, plantea la necesidad de examinar las relaciones entre la Universidad Pública y el gobierno; las universidades -dijo- coinciden con los propósitos nacionales de mayor transparencia en el ejercicio de los recursos públicos, cero tolerancia a la corrupción y fortalecimiento democrático de las instituciones.
“La Universidad Autónoma del Estado de México está presta a aportar sus conocimientos y su capacidad crítica para enriquecer este proceso de transformación nacional, pero la mejor manera de hacerlo es ejerciendo nuestras libertades para pensar y actuar como organismo autónomo, de nada le sirve al país una universidad sumisa y obediente, o peor aún, una presa de las disputas políticas clientelares que se nutren de procedimientos populistas y se justifican a sí mismos con el discurso pretendidamente democratizador”.
Durante la inauguración del congreso “Autónoma, Democracia y Gobierno Universitario” que realiza la máxima casa de estudios, Barrera Baca hizo una dura crítica a la propuesta de elegir a las autoridades por medio del voto directo y universal, aunque fomenta una mayor participación podría perjudicar a las universidades, ya que podría incurrirse en el error de elegir al académico más popular aunque no fuera el más calificado o de mayor conocimiento.
Añadió que la autonomía ha sido parte fundamental de la manera en que las instituciones de educación pública elegían a sus autoridades, de igual manera en la forma en la que se ejercen los recursos otorgados a pegados a los principios de transparencia.
“El voto universal en las universidades promoverá la elección de la persona con mayor popularidad y simpatía y no al hombre o a la mujer con mayor mérito y reconocimiento académico. La trayectoria y el esfuerzo profesional docente podrían no ser votados más, llevando a la democracia universitaria al extremo de la elemental demagogia”, concluyó.