La migración internacional de las madres implica una transgresión al modelo de maternidad socialmente aceptado, a pesar de que buscan el bienestar económico de la familia, afirmó Itzel Hernández Lara, especialista del Centro de Investigación y Estudios en Movilidades y Migraciones Internacionales (CIyEMMI) de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Detalló que las madres que migran asumen el rol de proveedoras económicas y deben reconfigurar el cuidado y atención que brindan a sus hijos, como consecuencia de la distancia que los separa.
Sostuvo que la maternidad transnacional, como se le llama a este fenómeno, implica grandes esfuerzos para construir copresencia y cumplir con las expectativas de cuidado asociadas al rol de madre.
“Las madres transnacionales enfrentan contradicciones emocionales asociadas a la experiencia dolorosa de estar separadas de sus hijos y al mismo tiempo, depender de los beneficios materiales de la migración para garantizar su crianza”.
La universitaria indicó que la maternidad transnacional abarca diversas prácticas que las madres construyen y reconstruyen de manera cotidiana para cumplir con su rol a través de las fronteras, como el envío de dinero, las llamadas constantes y los regalos, entre otras.
A pesar de la separación espacial y física, puntualizó, las migrantes mantienen vínculos familiares, así como dinámicas sociales y culturales que se concretan de formas diversas.
Itzel Hernández Lara consideró necesario reconocer que en el ámbito de la migración la mujer tiene una participación en diversos ámbitos y momentos: al tomar la decisión de migrar, para ingresar y salir del mercado laboral y aportar en las contribuciones de manutención de sus familias, a través del envío de remesas.